Escuchar música, por lo general, hace que estemos más concentrados al disuadirnos, por ejemplo, de escuchar nuestra propia respiración o las pisadas que damos o que dan los demás al correr.
La música nos distrae del dolor y el cansancio, eleva el estado de ánimo, aumenta la resistencia, reduce el esfuerzo percibido e incluso puede promover la eficiencia metabólica.
El Dr. Costas Karageorghis, experto en psicología del deporte, se ha referido a la música como «un tipo de droga legal para mejorar el rendimiento».
El Dr. Karageorghis afirma que hay personas a las que la música puede molestar a la hora de practicar deporte. Es el caso de los deportistas de élite que supervisan continuamente su ritmo y niveles de energía para lograr un rendimiento óptimo, y para quienes la música puede resultar una distracción.
Fuente: www.ergologico.com