El lupus forma parte de las enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmunológico no diferencia entre las partículas extrañas (antígenos) y las propias células o tejidos, y produce anticuerpos en contra de “sí mismo”. A estos anticuerpos se les llama “autoanticuerpos” y son los responsables de la enfermedad.
¿Cuáles son los síntomas?
Lo que ocurre en las personas que tienen lupus es que el sistema inmunitario ataca las células y tejidos sanos por error, de manera que puede afectar a diferentes partes del partes del cuerpo como son las articulaciones y la piel. Aunque también puede dañar órganos como los riñones, el corazón, los pulmones, el cerebro, etc.
Se trata de una enfermedad crónica que cursa por brotes, es decir que aunque la afectación orgánica persiste durante un largo periodo de tiempo (incluso toda la vida), no siempre se manifiestan los síntomas, habiendo periodos de actividad de la enfermedad y periodos de inactividad o remisión.
Tipos
El lupus eritematoso sistémico (LES) es el más común, puede afectar a diferentes partes del cuerpo y su gravedad también varía. Existen otros tipos de lupus, como el cutáneo que solo afectan a la piel; el inducido por medicamentos, que en general desaparece cuando se dejan de tomar; y el lupus neonatal, que afecta a recién nacidos y no es muy común.
Diagnóstico
El diagnóstico del lupus es complejo. No se basa únicamente en una prueba concreta, sino en analizar aspectos fundamentales como los síntomas que cuenta el paciente, el examen físico del enfermo y los análisis de sangre y orina. Tener la certeza de la enfermedad puede llevar meses o, en algunos casos, incluso años.
Tratamiento
El tratamiento del lupus en cada paciente será evaluado por el reumatólogo de forma específica atendiendo a las zonas afectadas y los síntomas que manifieste, ya que estos pueden variar de forma significativamente en las distintas personas que padecen lupus. Sí es muy importante que todas ellas acudan a los controles médicos en Reumatología, cuya frecuencia dependerá de la situación clínica.
El ejercicio físico regular es muy recomendable en estos pacientes, ya que ha demostrado amplios beneficios en la mejora de síntomas. El ejercicio aeróbico de intensidad moderada-vigorosa mejora la fatiga, la capacidad física, la depresión y la calidad de vida sin exacerbar la actividad de la enfermedad en personas con LES leve o inactivo. Además, es beneficioso a nivel cardiovascular.
Fuente: www.inforeuma.com