Las texturas se hacen cada vez más sofisticados con diseños de vestidos que parecen recién salidos del agua. Las telas drapeadas se adhieren al cuerpo formando siluetas con acento en la cintura y las caderas, como lo vimos en Balenciaga y en Alberta Ferretti, firmas en las que predominan los colores crudos, como si se trataran de vestidos que más bien simulan piezas de cerámica.
Aunque la primavera dará licencia para incluir también colores alegres, en paletas de colores suaves como el malva que vimos en Carolina Herrera, o el amarillo que se reveló en la pasarela de Chloé. El calzado más adecuado para llevar vestidos drapeados son los zapatos de tacón, que se llevan como sandalias como en tendencia de pies desnudos, como lo muestra Demna Gvasalia.
Fuente: www.vogue.mx