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Leucomalacia periventricular: secuelas neurológicas

Es un diagnóstico anatómico realizado por técnicas de neuroimagen, de etiología hipóxico­isquémica y de sintomatología neurológica residual, en la mayor parte de casos en forma de parálisis cerebral infantil, alteraciones visuales y/o retraso psicomotor. Afecta con más frecuencia al neonato prematuro y su incidencia se estima entre el 5 y 10%; provoca diplejía espástica o tetraplejía. En el recién nacido a término se desconoce la frecuencia real y suele presentarse como hemiplejía. La correlación entre la gravedad de las lesiones clínicas y las radiológicas no está del todo determinada, y se desconoce en qué medida se puede predecir un retraso psicomotor ante un diagnóstico de leucomalacia periventricular.

Posibles causas

Se desconoce su causa exacta y el momento en el que se desencadena, puede ser antes, durante o después del nacimiento. Pero una causa importante son los cambios en el flujo sanguíneo, especialmente antes de las 32 semanas de gestación. Otro motivo desencadenante de esta lesión son las infecciones en el momento del parto, bien de la madre o del feto.

Los procedimientos para su diagnóstico incluyen:

  • Exploración física
  • Antecedentes médicos completos
  • Pruebas de neuroimagen

Entre las pruebas de neuroimagen, inicialmente se realiza una ecografía craneal a través de las fontanelas, donde se suele observar un agrandamiento de los ventrículos laterales (ventriculomegalia), algo habitual en los bebés prematuros. Es, posteriormente, en la Resonancia Magnética Nuclear (RMN) donde se visualizan las lesiones isquémicas que determinarán el juicio clínico.

Formas de leucomalacia periventricular

La leucomalacia periventricular se puede presentar de dos formas distintas:

  • La forma quística, se asocia con la diplejía espástica. La espasticidad afecta más a las extremidades inferiores y va progresando lentamente durante el primer año de vida. La mayoría de los niños llegan a andar, aunque más tarde. En bipedestación tienen posición de las piernas en tijera. Los niños con mayor espasticidad no son ambulantes y pueden tener luxación de caderas.

Forma quística. La mayoría de los niños llegan a andar.

    • La forma no-quística, se correlaciona con afectación cognitiva sin presentar mayor déficit motor. Presentan cociente intelectual bajo, déficit de atención, alteración de memoria de trabajo, de las funciones ejecutivas, alteración del control de impulsos y en algunas ocasiones, Trastornos del Espectro Autista.

    No existe un tratamiento específico para este tipo de lesión

    Desde la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales se vigila la actividad cardiaca, pulmonar, intestinal y renal de los bebés prematuros. Y posteriormente, se realiza un abordaje neurorehabilitador multidisciplinario adaptado a las características y necesidades de cada niño.

    Fuente: www.medlineplus.gov

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