Según la Mayo Clinic, mantenerse activo no requiere grandes esfuerzos: una simple caminata diaria a paso rápido puede ser suficiente para impulsar un estilo de vida más saludable. Por eso, aquí te explicamos qué sucede en tu cuerpo cuando caminas 30 minutos cada día.
Qué le pasa a tu cuerpo si caminas 30 minutos al día
De acuerdo con la Clínica Alemana, se recomienda caminar al menos 30 minutos al día a un ritmo moderado, aproximadamente 5 km/h. Al caminar, todo el cuerpo se pone en movimiento, aunque ciertos grupos musculares trabajan de forma más intensa:
- Piernas y glúteos: los músculos del tren inferior, como cuádriceps, isquiotibiales, glúteos y gemelos, son los principales responsables del impulso durante la marcha.
- Abdomen y core: el transverso y los oblicuos ayudan a mantener una postura correcta y proporcionan estabilidad, permitiendo que la energía fluya hacia el desplazamiento.
- Brazos y espalda: al balancearse de forma natural, contribuyen al equilibrio del cuerpo y tonifican deltoides, dorsales, bíceps y tríceps.
Caminar media hora cada día no solo fortalece la musculatura, especialmente la de las piernas, sino que mejora la flexibilidad de las caderas y protege los huesos. Esto resulta clave para prevenir lesiones y reducir el riesgo de fracturas, sobre todo en personas mayores.
Cómo cambia tu cuerpo al caminar
Caminar durante 30 minutos al día no solo activa los músculos del cuerpo, sino que también funciona como un verdadero bálsamo para la salud. Este hábito sencillo ofrece múltiples beneficios que impactan tanto en el bienestar físico como mental.
Uno de los efectos más destacados es la mejora de la función cerebral. Un estudio de la Universidad de Columbia, en Canadá, demostró que caminar ayuda a prevenir la demencia temprana y, en personas que ya la padecen, contribuye a reforzar las habilidades de pensamiento. Además, disminuye el riesgo de desarrollar Alzhéimer y promueve una mejor salud mental.
Las caminatas también influyen en la visión. Aunque parezca difícil relacionar esta actividad con la vista, caminar ayuda a aliviar la presión ocular, reduciendo el riesgo de padecer glaucoma. Esta sencilla práctica no solo favorece al cuerpo, sino que también protege un sentido tan vital como la vista.
Otro beneficio clave es la prevención de enfermedades cardiovasculares. Una caminata diaria contribuye a controlar la presión arterial y a mejorar la circulación sanguínea, incrementando el retorno venoso.
Esto fortalece la resistencia cardiovascular, retrasa la aparición de fatiga durante el esfuerzo físico y mejora el funcionamiento del corazón y los vasos sanguíneos que llevan oxígeno a los tejidos.
Por su parte, caminar favorece la capacidad pulmonar. Al aumentar el flujo de oxígeno en la sangre y mejorar la respiración, esta actividad ayuda a aliviar algunos síntomas relacionados con enfermedades pulmonares y fortalece el sistema cardiorrespiratorio en general.
Además, 30 minutos caminando cada día contribuye a mejorar el proceso de digestión y prevenir problemas estomacales como la acidez.
Fuente: www.mundodeportivo.com
